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domingo, abril 04, 2004

Laralai Larai...
Quién sabe qué. Quien lo sepa que hable ahora o calle para siempre.
Yo decido callar; nadie levanta la mano porque son todos unos animales salvajes incivilizados; todos gritan... sonidos imperceptibles.
Entonces, levanto mi trasero de la silla y me retiro. Con la cabeza gacha y el ánimo partido, me salgo para entrar en un mundo sombrío. Para entrar en un afuera donde no existo.
Nadie te ve, nadie te escucha... tampoco busco a alguien; es más, podría decirse que cuando uno sale allí, busca refugio en la soledad compartida; sin que nadie diga nada.
Quizá me escondo entre otras caras. Y para no pensar en qué pienso, pienso quién piensa qué pienso, porque yo pienso qué piensan quienes pasan.
Y así hasta llegar al final, que claro este es muy relativo... varía durante todo el camino, aunque en realidad no varía el final sino el desarrollo hasta este. Porque a cada segundo elijo qué paso dar, incluso si avanzo-retrocedo o me estanco.
Me estanco, interesante. Desacelero la velocidad porque encontré otro fin. No, no lo encontré... se encuentra lo que se busca; yo no iba buscando atajos... simplemente me perdí.
Laralai larai que no sé que hacer; laralai larai que no sé que decir.

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