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jueves, marzo 18, 2004

Un día autista.
Encerrada durante horas entre cuatro paredes, cortes de luces, charlas de las que no soy partícipe porque así lo deseo.
Desconcertada, dispersa en mi mente, reíame de quién sabe qué... y a mí misma decíame "No hay nada chistoso, no es el momento apropiado para risas" pero sin embargo mis distracción era mayor que mi lógica...
Seguí mi día.
Otra vez en esa cárcel.
Tratando de exprimir mi cerebro, pero cuanto mayor era la fuerza de mi mente las ideas se volaban hacia donde yo no llego aún.
Focas, Acentos extraños, Sonidos incoherentes para mí... lo único con sentido para ser era esa canción de infantes y esos garabatos que recreaban caricaturas criollas, ¿Pensantes?
Sin reacción rápida, astuta, llamábanme y yo absorta en un mundo inmune a la realidad.
El timbrazo final.
Rotundamente cambié esa silla aplasta trastes, por mis piernas que me llevaron hasta el quiosco de la esquina, típico punto de encuentro. Sin dar vueltas, despedime de mi gente, aunque gente suena a mucho y en realidad es tan pero tan poca. Como si nada, como si el día recién comenzara me alejé de ahí...
Rumbo a casa.
Sin saber como, sin pensar la estética, lo superficial de la vida, avanzaba con pasos internos, externos... quién sabe...
Tomé un camino que no era novedoso, ya que solía ser rutinario en viejos tiempos, pero en la actualidad era un olvido... pensando toda la trayectoria el porqué de ese camino y de un momento a otro me vi en un cruce entre la olvidada rutina y la actual rutina.
Volví al ahora.
Comprendí el porqué del olvido y el retorno cuando me crucé con ese punto del presente. Porque punto, ahora y sigo. ¿Coherencia?
Y continué, mirando el porvenir, mirando lo que nadie ve ya que mis ojos estaban en mi mente.
Segundo cruce.
Miraba el camino usual y miraba lo extraño, lo desconocido. Dos segundos más tarde, mi cuerpo transitaba un sendero nuevo. Quién iba a decirlo, qué cambiante puede ser uno. Un parpadear de ojos.
Tres rutas.
Analizando: recorrí tiempos, estados, momentos, bla, bla, bla...
- El antes.
- El ahora.
- El quién sabe qué.
Típicamente diría ¿Por qué? pero ya, sin ánimos de extorcionar aún más mí mente lo dejo pasar.
Miro la novedad.
Cruzando una calle, cálculos memorizados sin saber de dónde los saqué. Me topo con un vehículo de imbéciles, pelotudos y arrogantes. Ignoro. Emitiendo burdos sonidos, inútiles, denigrantes. Mi instinto animal me grita las mil y un palabras más insultantes; sabiendo yo que no vale la pena controlo la fuerza contra la que lucha mi cuerpo por no irse de sí y responder a semejantes eunucos. Sigo.
No quería llegar pensaba al salir.
Olvidabame. Al salir nunca quise llegar a mi destino, no quería pasar encerrada escuchando música entre cuatro paredes. Tampoco quería salir a transitar calles junto a esa gente, social, molesta de solo verla. ¿Gata flora? No.
No quería volver, no quería estar, no quería parar, no quería.
Me di cuenta que salí de mí para entrar al mundo.
Dije veo: autos, una parejita de novios niños, un muchacho, una señora, una esquina, una muchacha... y cruzo.
Pienso: "...Dije veo...".

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