<$BlogRSDURL$>

martes, marzo 23, 2004

Maldito síntoma machista de desubicación viril. Maldito sea el portador de este.
Que desquiciada mente la tuya, atreviéndote a jugar con delicados indicios de traumas psicológicos.
¿Por qué? ¿Por qué ese repentino cambio lucifersino? ¿Por qué desquitas en mí tu escasa capacidad de aceptar mi postura antimachista, siendo tú un machista recentido?
Me callas, me miras... te das por aludido con mis sonrojos, sin si quiera antes pensar en qué situación me encuentro. Todo gira a tú desdichado alrededor.
Me hablas... ¿Qué escucho? Sonidos usureros y provechosos de pedir y pedir. Niégome yo y te ofendes... en tí todo se trata de favores y demandas.
Pensarán que me persigo pero mis hostigaciones han cesado para convertirse en bronca. Poco a poco, dolor.
Pero he dicho basta a súplicas, he puesto fin a esa búsqueda del por qué a tus palabras, más explícitamente: a tus silencios.
Y este nudo que se crea cuando remonto momentos retrógrados, es una señal de que sin querer dejé que alguien más llegue a mí. Mal echo. No, Mala elección.
Pero es aún peor saber que este defecto mío, mi errónea capacidad de selección, me afecta. Porque si tan solo pudiera notar esta malicia la enfrentaría sin temor. Sin embargo, temo.
Cego mis ojos cuando se trata de ver este vacío. Prefiero no mirar hacia un futuro ausente. Temo, desgraciadamente.

Comments: Publicar un comentario